“Quien se ha encontrado a si mismo, ya nada puede perder en este mundo”, dijo una vez el escritor Stefan Zweig. ¡Qué razón tenía! En el fondo, todos anhelamos vivir plenamente. Y, sin embargo, a menudo nos resulta tan difícil descubrir quiénes somos realmente y cuáles son nuestros potenciales. El motivo es que hemos aprendido desde pequeños a orientarnos en el mundo exterior, a adoptar el sistema de valores de las personas más cercanas y de la sociedad, a cumplir sus expectativas y a reprimir nuestras propias necesidades y deseos a fin de que nos acepten y nos quieran.
Muchos de nuestros comportamientos y pasos a seguir son más o menos invocados desde el exterior sin que nosotros mismos los respaldemos sinceramente, y nuestro verdadero yo se queda por el camino en algún punto entre la infancia, el trabajo y la familia.